Son fiestas patrias y el Perú no vive un espíritu de celebración. La presidenta Dina Boluarte ignora la situación de las víctimas de la represión a inicios de su gobierno. Heridos y deudos de los fallecidos se sienten ninguneados por el Estado. Les han dado la espalda.
Debo reconocer que también han sido instituciones democráticas, como este Congreso de la República, las que se pusieron de pie y preservaron con energía y patriotismo el orden constitucional, cuando éste fue atacado por los golpistas en diciembre del 2022.
Discurso presidencial por el 28 de julio de la presidenta Dina Boluarte
Recorrimos la misma ruta donde, en tan solo un día, 18 peruanos perdieron la vida y decenas fueron alcanzados por balas de la policía: Juliaca. Las cicatrices permanecen imborrables en la memoria de un pueblo históricamente marginado.
Un año y medio después, el estruendo de las balas ha cesado, los helicópteros ya no surcan el cielo, y el aire se ha despejado del gas lacrimógeno; pero las heridas, en el cuerpo y el alma, afloran en días como este, en teoría, de fiesta.
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Los familiares y heridos del trágico 9 de enero, se dirigieron nuevamente a la capital, en busca de justicia y dignidad para sus seres queridos. Un viaje largo y sacrificado en el que cifran sus esperanzas de ser oídos, aunque eso no pasa hace más de año y medio, pese a la gravedad de lo ocurrido. En una amarga ironía, aquellos que murieron no estaban participando en las protestas; simplemente se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado.
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