A orillas del río Pachitea, en el distrito de Puerto Inca (Huánuco), se encuentra la comunidad nativa Santa Teresa. Son 32 familias Ashaninka que habitan un territorio de más de 3000 hectáreas, en plena zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal El Sira. Durante años, esta comunidad ha sido reconocida por rechazar cualquier tipo de actividad minera en sus tierras.
En su lugar, decidieron optar por un modelo que les permita generar recursos sin poner en riesgo su entorno ni su identidad cultural. Por eso, apuestan por el turismo comunitario, una vía de desarrollo sostenible que también representa una forma de resistencia.
“Han comenzado a organizar caminatas interpretativas por la selva, paseos en balsa por el río, visitas a cataratas y jornadas de observación de plantas medicinales, muchas de las cuales siguen siendo utilizadas por las sabias y sabios del lugar”, nos cuenta Jorge Galván, jefe del área de Turismo de la Gerencia de Desarrollo Económico de Puerto Inca.
-
Recomendados:
- El desarrollo y crecimiento de la región Cusco se apalancan en el aporte de la minería, con Antapaccay como protagonista clave
- Inti Raymi 2025: Transmisión en vivo cautivará audiencias nacionales e internacionales
- Cienciano ADFP vs Municipal de Quillabamba: Jornada de deporte y formación reunirá a jóvenes futbolistas en La Convención

El turismo que promueve la comunidad busca ofrecer experiencias conectadas con su identidad y costumbres. La artesanía también forma parte de la experiencia, donde tejidos y objetos elaborados con técnicas tradicionales enseñan a los visitantes la riqueza de la cultura Ashaninka.
Formalización de la actividad artesanal
Como parte de su estrategia, un grupo de mujeres Ashaninka ha formado la Asociación de Artesanos de Santa Teresa, con el fin de transformar los recursos del propio bosque en piezas únicas de arte y cultura. Con el apoyo de la municipalidad, lograron formalizarse y ya están inscritas en registros públicos.
Su trabajo se nutre del entorno, por ejemplo, tiñen telas con cortezas y hojas nativas, y elaboran kushmas (la vestimenta tradicional), morrales y una variedad de textiles. También confeccionan bisutería con semillas amazónicas como el huayruro, que es conocido como un símbolo de protección y buena suerte.
Una de sus materias primas más versátiles es el tamshi, una fibra vegetal con la que crean bolsos, abanicos, sombreros y adornos. La kushma también se complementa con el lun, una corona hecha de bambú decorada con plumas, y collares confeccionados con bambú, madera, semillas y pequeños caracoles. Cada pieza cuenta una historia y refleja la conexión viva que la comunidad mantiene hasta hoy entre su identidad, su territorio y su creatividad.

Identidad cultural y aprovechamiento del entorno
Además del trabajo artesanal, la comunidad de Santa Teresa mantiene vivas sus prácticas culturales vinculadas a la caza y la pesca tradicional, así como una arquitectura que aprovecha los materiales del monte. Su territorio alberga quebradas de aguas cristalinas y una imponente catarata, espacios que también se integran a las actividades recreativas y turísticas.
Cada 12 de octubre celebran su aniversario con juegos ancestrales como el shontari, competencias de arco y flecha, y platos típicos preparados con pescado y carne de monte. Con el impulso del turismo comunitario y la artesanía, Santa Teresa busca destacar como un destino alternativo, uno que se mantiene en armonía con la conservación del bosque y el respeto por su cultura.
Los interesados/as en visitar la comunidad Santa Teresa, pueden contactar a Jorge Galván al 994961995.
Lea la nota original aquí o visita el medio Inforegión