En medio de un evento que buscaba promover la inclusión, Lucila Velásquez, dirigente de mujeres aymaras de Puno, alzó su voz para denunciar actos de discriminación durante el Taller Macroregional Sur I, organizado por el Ministerio de Cultura como parte de la formulación de la Política Nacional de Pueblos Indígenas (PNPI) al 2040.
«Desde que ingresamos al taller, como mujeres aymaras hemos sido discriminadas, cuando justamente uno de sus objetivos es combatir el racismo», declaró Velásquez con evidente frustración.
Además, cuestionó que «funcionarios del Ministerio de Cultura y algunos dirigentes viajen al extranjero en nombre de nuestras comunidades quechuas y aymaras, pero sin traer resultados concretos para nosotros».
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Un espacio que prometía diálogo, pero dejó heridas abiertas
El taller, realizado los días 1 y 2 de julio en Moquegua, reunió a cerca de 50 representantes de organizaciones indígenas de Arequipa, Puno, Tacna y la región anfitriona. El viceministro de Interculturalidad, Percy Barranzuela Bombilla, inauguró el evento destacando su importancia para los casi 6 millones de peruanos pertenecientes a pueblos originarios.
«Desde el Estado, creemos que las políticas públicas deben construirse para y con los pueblos indígenas», afirmó Barranzuela en representación del ministro de Cultura, Fabricio Valencia. Sin embargo, las palabras de Lucila Velásquez revelan una brecha entre el discurso oficial y la realidad que viven las comunidades.
¿Qué se discutió en el taller?
Durante las jornadas, se abordaron temas clave como:
- Salud y educación intercultural bilingüe
- Justicia indígena y acceso a derechos
- Economía comunitaria y gestión territorial
- Protección del medio ambiente
El objetivo era empoderar a líderes y lideresas de organizaciones como la Confederación Campesina del Perú (CCP), la Confederación Nacional Agraria (CNA) y la ONAMIAP. Pero la denuncia de Velásquez plantea una pregunta incómoda: ¿realmente se están escuchando todas las voces?
¿Habrá cambios?
Este taller fue el primero de seis encuentros macroregionales que se extenderán hasta agosto en Cusco, Chiclayo, Ayacucho, Villa Rica e Iquitos. La PNPI al 2040 busca ser una hoja de ruta construida desde las bases, pero casos como el de Lucila Velásquez recuerdan que, sin verdadera inclusión, el camino seguirá siendo desigual.
Mientras el Ministerio de Cultura celebra la «participación histórica» de los pueblos originarios, las mujeres aymaras exigen algo más simple, pero fundamental: ser tratadas con respeto y dignidad.
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