La creación del distrito de Santa Rosa, en la provincia de Mariscal Ramón Castilla, región Loreto, abrió un nuevo capítulo para las comunidades de la triple frontera de Perú con Colombia y Brasil. Sin embargo, el nacimiento de este distrito llega acompañado de tensiones diplomáticas y desafíos internos.
El conflicto se encendió cuando el presidente de Colombia, Gustavo Petro, negó públicamente la peruanidad de las islas Chinería y Santa Rosa. Sus palabras desataron rechazo inmediato en las organizaciones amazónicas peruanas, que ratificaron la soberanía nacional y exigieron acciones concretas al Estado. Este choque político coincidió con un momento histórico: la promulgación de la ley que oficializa la existencia del distrito de Santa Rosa y la aprobación del fideicomiso fronterizo, un fondo que beneficiará a 17 distritos limítrofes con Colombia, Brasil y Ecuador.
En una conversación con la Red de Medios Regionales del Perú, el exalcalde de Belén y gestor del fideicomiso indígena, Richard Vázquez, resaltó que el nuevo distrito tiene ahora una oportunidad única. Explicó que este mecanismo financiero ya demostró su eficacia en Loreto, donde genera 200 millones de soles anuales, y que el fideicomiso fronterizo permitirá impulsar proyectos de infraestructura, salud y servicios básicos en zonas largamente olvidadas por el Estado.
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Pero la creación del distrito no ha estado libre de tensiones internas. El exalcalde delegado de Santa Rosa, Iván Yovera, denunció que la municipalidad provincial de Mariscal Ramón Castilla actuó de manera irregular tras la promulgación de la ley. Relató que apenas al día siguiente de la publicación oficial, funcionarios llegaron con policías y serenazgo para retirarlo de su cargo. Según Yovera, el proceso debió realizarse con un comité transitorio y no con un simple encargado, como ocurrió.
Con 65 millones en inversión y un fideicomiso histórico, Santa Rosa inicia una etapa decisiva. | IMAGEN: Gob.pe
La discusión se extiende al manejo del presupuesto. El gobierno central anunció una inversión de 65 millones de soles para proyectos inmediatos en Santa Rosa. Sin embargo, Yovera exige que esos fondos no se utilicen hasta que la nueva autoridad distrital sea elegida en 2027. “No es justo que el dinero que hemos peleado como comunidad se destine a otros lugares”, afirmó, en referencia a obras proyectadas en Caballo Cocha.
A pesar de las discrepancias, tanto Vázquez como Yovera coinciden en que Santa Rosa necesita convertirse en una ciudad alternativa a Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil). Para eso, se proyectan programas de vivienda digna, agua potable, alcantarillado, pavimentación y mejoras urbanísticas. La idea es darle a Santa Rosa la infraestructura que la población busca hoy en los países vecinos, donde muchos peruanos cruzan a diario para acceder a servicios básicos.
Un punto de debate ha sido también el papel de FONCODES, órgano ejecutor del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. Vázquez sostiene que puede ser una opción viable siempre que exista un comité de vigilancia ciudadano que supervise cada proyecto. Yovera, en cambio, desconfía de que los fondos se manejen fuera del distrito y advierte que la política podría desviar recursos en plena campaña electoral.
La tensión fronteriza se agravó cuando un candidato presidencial colombiano llegó hasta Santa Rosa para realizar un mitin, acompañado incluso de topógrafos que fueron detenidos tras ingresar ilegalmente. La población se sintió desprotegida, señaló Yovera, y reclamó mayor presencia de las fuerzas armadas y policiales.
Santa Rosa nace como distrito en Loreto en medio de tensiones con Colombia y esperanza por el fideicomiso fronterizo. | IMAGEN: Gob.pe
En contraste, la presencia de la presidenta Dina Boluarte fue recibida con esperanza. Ella promulgó la ley de creación del distrito en el propio Santa Rosa y ordenó a todos sus ministros priorizar proyectos en la zona. Según Yovera, esa visita representó un reconocimiento largamente esperado. “Otros presidentes vinieron y no tuvieron la voluntad política de crear el distrito. Por eso saludamos esta decisión”, aseguró.
Más allá de las pugnas locales y de los choques diplomáticos, el fondo de la discusión es claro. Los habitantes de Santa Rosa se sienten peruanos al cien por ciento, aunque muchas veces deban cruzar a Colombia o Brasil para suplir las carencias de su territorio. Entre la frustración por el abandono y la esperanza que genera el fideicomiso fronterizo, el nuevo distrito nace con una promesa: dejar de ser un punto olvidado en el mapa para convertirse en una ciudad fronteriza con voz propia y recursos propios.
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