- La crisis en la gestión de Machu Picchu exige medidas urgentes: liderazgo claro, una mesa de Diálogo Permanente, modernización del sistema de boletos y control de aforos para proteger el patrimonio y asegurar que siga siendo motor económico del Cusco.
Machu Picchu, reconocida como una de las Siete Maravillas del Mundo desde 2007, atraviesa un momento crítico. Lo que debería ser una experiencia organizada y memorable para miles de visitantes se ve hoy tensionado por colas extensas, una plataforma digital que requiere mejoras, el alto flujo de turistas y la compleja gestión del transporte. Estos retos evidencian la necesidad de una gestión más eficiente que beneficie tanto a las comunidades locales como a los visitantes que llegan desde el Perú y el extranjero.
El impacto no se limita al patrimonio, también está golpeando directamente a la economía de nuestras familias cusqueñas. Más del 60% de la economía regional depende del santuario y cada día el corredor que conecta Cusco con Machu Picchu mueve cerca de 3 millones de soles, dinamizando hoteles, restaurantes, agencias y guías, según la Asociación Peruana de Operadores de Turismo. Entonces, cada boleto que no se vende o tour que se cancela es un ingreso menos para un emprendedor, una familia o un guía.
“Los problemas que enfrenta Machu Picchu no son hechos aislados, sino el reflejo de una gobernanza fragmentada. La ausencia de un liderazgo unificado y la descoordinación entre los distintos niveles del Estado y las autoridades locales han generado un vacío que limita una gestión eficaz del santuario. Esta situación está amenazando el valor patrimonial de la ciudadela y está comprometiendo el desarrollo económico de la región”, explicó Erick Chuquitapa, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo (REDES).
-
Recomendados:
- El futuro de Machu Picchu: cuatro claves para proteger el patrimonio y la economía del Cusco
- SENATI fortalece la industria minera con inversión y talento técnico en PERUMIN 2025
- Ayacucho: Gremios exigen correcciones ante irregularidades administrativas
Para enfrentar este momento crítico, Machu Picchu necesita avanzar con cuatro acciones:
Gobernanza y gestión participativa: las acciones inmediatas deben centrarse en un liderazgo claro y coordinado entre distintas autoridades, a través de una Mesa de Diálogo Permanente. Según el especialista, administrar con responsabilidad significa proteger este patrimonio único y aprovecharlo como motor de empleo y desarrollo local. Se cumplen 18 años desde que Machu Picchu fue declarada una de las Siete Maravillas del Mundo, un título que muy pocos países poseen y que además de orgullo conlleva una obligación permanente: garantizar con cuidado y planificación que el santuario se conserve en el tiempo.
Un sistema de visitas transparente y moderno: Chuquitapa resalta la necesidad de modernizar la gestión de visitantes con plataformas de tickets que controlen capacidad de ingreso, eviten el caos en la venta de boletos y devuelvan transparencia a un sistema que hoy genera malestar tanto en turistas como en la población local. Para ingresar a Machu Picchu existen circuitos con un límite de aforo, pero en la práctica este se desborda. Solo en las últimas dos semanas de abril, en la Ruta 1-B hacia la terraza superior, ingresaron más de 2,500 personas por encima de lo permitido.
Nuevos accesos para aliviar la presión: La llegada a Machu Picchu no puede depender solo de los buses. La UNESCO plantea una estrategia integral que conecte la ciudadela con Choquequirao mediante las rutas andina (Aguas Calientes) y amazónica (Santa Teresa). Esta diversificación no solo aliviaría la presión sobre el santuario, sino que también permitiría distribuir mejor a los visitantes y dinamizar la economía local.
Educación y conciencia para un turismo sostenible: Machu Picchu requiere programas permanentes de educación y concientización que fortalezcan el respeto por el patrimonio y el entorno natural. Esto supone campañas dirigidas a los visitantes para garantizar el cumplimiento de las rutas y normas de acceso, además de iniciativas que conviertan a los guías en aliados activos de las buenas prácticas. Con ello no solo se protege el futuro de la ciudadela, sino también la sostenibilidad del turismo y la estabilidad económica de la región.