Las mujeres con carga familiar en Quillabamba se organizan para participar activamente en la importante festividad de Quillaraymi por el aniversario de su ciudad. Las comerciantes buscan urgentemente generar ingresos necesarios a través del comercio ambulatorio durante la masiva afluencia de gente a los eventos. Ciertamente, las ambulantes piden más empatía a las autoridades municipales de la provincia de La Convención. Norma Rojas, una dedicada vecina de Serranuyoc y vendedora de yoguis, explicó que estos eventos sociales representan una oportunidad clave para mejorar su economía cotidiana. Además, ella comentó que existe un gran movimiento de personas porque la entrada a la celebración principal es totalmente gratuita para todos los asistentes. La señora Rojas espera lograr una venta mínima de doscientos cincuenta soles por lo menos durante la jornada de festividades. Las comerciantes solicitan a las autoridades municipales promover más actividades culturales de gran convocatoria y garantizar mejores condiciones para su necesario trabajo.
Karina Mamani, vecina de Quillabamba y vendedora experimentada de anticuchos, expresó su frustración pidiendo mayor publicidad para los eventos. Ella destacó que los vendedores ambulantes también atraen a la gente a los eventos con productos novedosos y variados. Asimismo, la señora Mamani indicó que existe una gran falta de humanidad y consideración de las autoridades hacia los comerciantes más humildes. De igual forma, algunas vendedoras informaron que el movimiento económico ha sido bastante menor a lo esperado y que aún enfrentan restricciones constantes. María Gonzales, vecina del barrio Martín Adán y vendedora de refrescos, comentó públicamente que la situación no es nada equitativa entre los comerciantes.
Quillabamba: Ambulantes piden más Empatía y acusan trato desigual
La señora Gonzales señaló firmemente que los funcionarios municipales no les permitieron el acceso a ellas, pero a otros comerciantes sí se lo concedieron. Ella especificó que solo vende matecitos y aprovecha estos eventos puntuales para vender un poco más de lo habitual. Las comerciantes también denunciaron públicamente que, a diferencia de años anteriores, enfrentaron un trato desigual y restrictivo. De hecho, durante las actividades realizadas en la plaza de armas, como las conocidas noches de café, las vendedoras fueron completamente aisladas. Las autoridades no les permitieron instalar sus puestos de trabajo a pesar de la gran afluencia de asistentes locales y turistas. Luisa Teña, una vecina de Quillabamba y vendedora de golosinas, exclamó su frustración pidiendo trabajar con dignidad. Ella suplicó a las autoridades municipales que les permitan trabajar sin problemas cuando hay actividades de la ciudad. Ella finalizó su pedido explicando que solo en esos momentos especiales consiguen tener ventas significativas para su economía familiar. Las ambulantes piden más empatía y oportunidades justas para desarrollar su actividad comercial y mantener a sus familias.


