La democracia en El Salvador entra en zona crítica.
En una histórica —y polémica— sesión, el Congreso de El Salvador aprobó la reelección presidencial indefinida, una reforma constitucional que habilita al actual mandatario Nayib Bukele a postularse cuantas veces desee. La medida, aprobada por 57 de los 60 congresistas (en su mayoría oficialistas), también elimina la segunda vuelta electoral y extiende el mandato presidencial de cinco a seis años.
Con esta decisión, Bukele podría presentarse en las elecciones generales anticipadas de marzo de 2027, luego de que el Congreso también recortara dos años del actual mandato.
¿Qué implica esta reforma?
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Reelección presidencial sin límite de mandatos.
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Eliminación de la segunda vuelta electoral.
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Sincronización de elecciones presidenciales, legislativas y municipales.
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Ampliación del periodo presidencial de 5 a 6 años.
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Eliminación del requisito de ratificación en una nueva legislatura.
¿Por qué genera controversia?
Organismos de derechos humanos y sectores opositores denuncian que la medida es el paso final hacia una autocracia institucionalizada. La diputada opositora Marcela Villatoro aseguró: “Este día ha muerto la democracia en El Salvador. Se quitaron las máscaras”.
Para Human Rights Watch, El Salvador “repite el modelo de Venezuela”. País donde un líder popular concentra todo el poder hasta desmontar por completo la institucionalidad democrática.
Contexto político y social
Nayib Bukele, quien gobierna desde 2019 y fue reelegido en 2024 con un arrollador 85% de votos, ha sido aclamado por su estrategia de “mano dura” contra las pandillas. Sin embargo, esta popularidad se construyó bajo un régimen de excepción que ha dejado más de 87 mil detenidos —muchos de ellos sin pruebas ni juicio— y al menos 430 muertes en prisión, según denuncias de ONG como Cristosal.
La oficialista Ana Figueroa, impulsora de la reforma, lo resumió así:
“Solamente el pueblo salvadoreño podrá decidir hasta cuándo apoyan a su presidente”.
Pero para críticos como Juanita Goebertus (HRW), este tipo de reformas son “una caricaturización de la democracia” y consolidan un modelo donde la popularidad justifica el autoritarismo.
¿Por qué importa para el Perú y la región?
Lo que ocurre en El Salvador marca una tendencia en América Latina: el debilitamiento de contrapesos institucionales bajo líderes populares. Esta noticia no solo es relevante a nivel internacional, sino que debe encender alertas en países como Perú, donde el descontento social y las crisis políticas frecuentes abren espacio a discursos autoritarios “en nombre del orden”.
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