El Papa León XIV, antes conocido como Monseñor Robert Francis Prevost, dejó una huella profunda en los pueblos de Cotabambas y Grau, en Apurímac. Su trabajo pastoral en esta región andina todavía permanece en la memoria de sus fieles.
El Papa es peruano
En 2018, el Papa Francisco confió al entonces Obispo de Chiclayo una importante misión en el sur del país. Le encargó la administración de la Prelatura Territorial de Chuquibambilla, que incluye Tambobamba, capital de Cotabambas. También forman parte de esta jurisdicción otras zonas rurales de Apurímac, donde se ubica la parroquia “Virgen Asunta”.
La llegada de Monseñor Prevost marcó un momento importante para las comunidades locales. Durante su estadía, fortaleció la presencia de la Iglesia Católica y acompañó de cerca a las parroquias rurales.
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Ese periodo coincidió con una etapa clave de transición en la prelatura. El 7 de diciembre de 2019, el Papa Francisco anunció el nombramiento del sacerdote Edinson Edgardo Farfán Córdova como nuevo Obispo Prelado de Chuquibambilla. Farfán también forma parte de la Orden de San Agustín, como Prevost.
Huella espiritual de Robert Prevost en Apurímac: la consagración que unió caminos con el hoy Papa León XIV
El 4 de enero de 2020, la comunidad vivió una jornada especial. Ese día, Monseñor Farfán recibió la consagración episcopal con una ceremonia solemne. Monseñor Prevost encabezó el rito como consagrante principal.
El acto reunió a fieles de toda la región. Tambobamba, Cotabambas y otras localidades reconocieron el valor simbólico de la jornada. El nuevo obispo asumió sus funciones con el respaldo espiritual de su antecesor.
Hoy, el Papa León XIV guía a la Iglesia Católica desde Roma. A pesar de la distancia, los fieles recuerdan su cercanía con afecto. Agradecen el tiempo que dedicó a las comunidades altoandinas. También confían en que incluye a Cotabambas y Grau en sus oraciones.
La población valora el legado de quien supo entender su realidad. Ese vínculo sigue presente en la memoria colectiva. Para muchos, representó una bendición que marcó su camino de fe.
Los habitantes de Apurímac reconocen el paso del ahora Papa como un regalo espiritual. La huella espiritual en Apurímac permanece viva en cada comunidad que lo recibió con los brazos abiertos.