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40 casonas del Centro Histórico de Ayacucho están en riesgo inminente de colapso, advierte Colegio de Arquitectos

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El Colegio de Arquitectos del Perú – Regional Ayacucho alertó que 40 casonas del Centro Histórico presentan peligro inminente de colapso, un escenario que podría agravarse si las autoridades no intervienen de inmediato. El decano regional, Javier Betallaluz, explicó que la emergencia deriva de décadas sin mantenimiento y de la falta de control municipal en las últimas gestiones.

“Durante más de 400 o 500 años que tienen estas edificaciones, muy pocos propietarios y casi ninguna autoridad han dado mantenimiento. Y cuando no se mantiene una casona, se deteriora: se raja, se desprende el yeso, fallan los tejados”, sostuvo el decano.

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El Colegio de Arquitectos participa actualmente en la Plataforma Regional de Defensa Civil junto al Colegio de Ingenieros y otras instituciones. Tras visitas técnicas a los inmuebles más críticos, elaboraron un informe con siete recomendaciones urgentes para la Municipalidad Provincial de Huamanga y la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC).

Betallaluz detalló que la primera acción es declarar en situación de emergencia a las 40 casonas en riesgo.

“Una declaración de emergencia permite intervenir de inmediato. Ya no habría trabas para actuar en las casonas que están por colapsar”, explicó.

De igual manera, advirtió que la situación de abandono y deterioro de varias casonas del Centro Histórico podría llevar a que el Estado ejecute procesos de expropiación, una herramienta legal contemplada cuando un bien patrimonial está en riesgo y sus propietarios no pueden o no desean asumir la restauración correspondiente.

Betallaluz explicó que la expropiación no es una sanción, sino un mecanismo para proteger inmuebles de alto valor histórico, cuya conservación beneficia al interés público. Indicó que muchas casonas requieren intervenciones especializadas, pero sus dueños no cuentan con recursos o mantienen los espacios desocupados, lo que acelera el deterioro.

“Hay casonas cuyos propietarios ya no quieren vivir ahí. Si quedan en abandono, recomendamos que se expropien para que pasen al Estado. El Estado no puede invertir en propiedades privadas”, indicó.

El decano también pidió aprobar una ordenanza que obligue a los vecinos a mantener fachadas y techos.

“Es un peligro inminente. Ya hemos visto desprendimientos de yeso y tejas que caen a la vía pública. El mantenimiento debe ser obligatorio”, precisó.

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Entre los inmuebles más peligrosos está la casona del rectorado de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, donde continúan operando comercios en el primer piso.

“Hemos solicitado que se haga valer el principio de autoridad y se clausuren esos negocios. Están poniendo en peligro a la población”, advirtió.

Asimismo, el decano pidió mayor fiscalización a las obras que realiza el Arzobispado en la Iglesia de la Compañía de Jesús ubicado en el Jr. 28 de Julio donde el pasado 30 de octubre una madre de familia perdió la vida tras caerle parte de la cornisa de la institución:

“La municipalidad debe fiscalizar que los trabajos no sean un parche. Se debe intervenir toda la fachada con criterios técnicos”, enfatizó.

Preservar o demoler: el debate que divide a Ayacucho

El deterioro del Centro Histórico ha reactivado un debate que crece entre la ciudadanía: ¿debe mantenerse la arquitectura colonial o debe modernizarse la ciudad? Las opiniones se polarizan cada vez más en redes sociales y en las zonas afectados.

De un lado, están quienes consideran que las casonas representan un riesgo permanente y que deberían ser reemplazadas por edificaciones nuevas, más seguras y funcionales. Señalan que las restricciones para modificar o intervenir estos inmuebles complican la vida de los propietarios y generan inversiones costosas.

Del otro lado, especialistas como el Colegio de Arquitectos sostienen que la pérdida de estas casonas significaría una fractura irreversible en la identidad cultural de Ayacucho, cuyo valor histórico es uno de los más reconocidos del país.

“Si perdemos estas casonas, perdemos parte de nuestra identidad. Los turistas no vienen a ver casas modernas; vienen a ver cómo era la arquitectura de antes. Nuestra historia está en piedra, adobe y madera”, señaló Berta.

El decano recordó que, en otros países, incluso edificios prácticamente destruidos fueron recuperados gracias a decisiones políticas sostenidas y a la participación de los ciudadanos. La clave —indica— es entender que el patrimonio no es un obstáculo para el desarrollo, sino un recurso que puede integrarse a la vida moderna.

Se debe intervenir con criterios de conservación y consolidación estructural, respetando los materiales tradicionales. Muchos daños se originan porque en algún momento se aplicaron revestimientos modernos sobre muros antiguos, y eso genera incompatibilidades”, manifestó el decano. Añadió que la restauración no solo es una obligación normativa, sino una oportunidad de reforzar el valor cultural de la ciudad.

El representante profesional también destacó que estas casonas, más allá de su importancia arquitectónica, podrían transformarse en centros culturales, espacios de exhibición o áreas de formación artística, siempre que reciban una intervención adecuada. Señaló que Ayacucho aún tiene el potencial de convertir su Centro Histórico en un eje cultural y turístico, pero esto requiere una planificación sostenida y la participación de las autoridades.

En ese sentido, la preservación del Centro Histórico no solo implica restauraciones, sino también una estrategia urbana que combine seguridad, turismo, vivienda y uso público. Para los arquitectos, demoler no es modernizar; modernizar es hacer que la ciudad avance sin renunciar a lo que la hace única.

Ayacucho enfrenta así una disyuntiva de fondo: permitir que el deterioro avance hasta el colapso o implementar un plan serio de conservación que asegure que su patrimonio sobreviva más allá de las emergencias. Mientras tanto, las 40 casonas identificadas se mantienen como puntos críticos que exigen decisiones urgentes antes de que la historia escrita en sus muros termine por desplomarse.

Lea la nota original aquí o visita el medio Diario Jornada

 

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