Llega junio y el valle del Mantaro se envuelve en amarillo. En el distrito de Huaripampa, provincia de Jauja, se celebra el Día del Campesino, el 24 de junio, con el festival de la siega.
Los pobladores de los cuatro cuarteles del distrito se dirigen a sus chacras para iniciar el tradicional festejo de cortar, con hoz en mano, el trigo y la cebada, que luego trasladarán para separar el grano.
Los comuneros del cuarto cuartel comienzan el día con un potente desayuno. Una vez en el campo, ofrecen la misquipa, coca y cigarro para iniciar la ardua faena. Al mediodía, el sol cae implacable sobre nuestras cabezas. Hace calor, pero el viento nos recuerda que no es verano.
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«El trabajo es duro», comenta el presidente, Silvio Sosa, «es sacrificado; ahora ya no se hace de la misma manera». La tradición está experimentando algunos ajustes: ahora utilizan tractores en lugar de burros, ya que la mayoría de las familias no poseen estos equinos.
La música continúa sonando a través del tambor y el pincullo mientras los comuneros terminan la parcela designada y proceden a recoger los tercios, amontonando los cereales uno sobre otro; atándolos con una soga para formar un inmenso quipi que llevarán sobre sus hombros, junto con el sentimiento de considerar relegado al sector agrario.
«Queremos preservar nuestras tradiciones, que las nuevas generaciones conozcan lo que se hacía antes», comenta el señor Próspero Sovero. «Queremos que nuestros hijos sepan lo que nosotros, sus abuelos y antepasados, hacíamos y cómo trabajábamos». Quizás en un futuro no tan lejano, se dejará de sembrar cebada y trigo, pues estos cereales no son rentables para los agricultores; algunos campos de cultivo muestran a la quinua como un posible reemplazo, ya que tiene mejor cotización. De regreso al pueblo, los cuatro cuarteles se reúnen en la loza deportiva del distrito para la trilla.
Son las seis de la tarde. Se encienden las luces de paneles solares instalados en la cancha. Por el altavoz, anuncian que entregarán premios por la buena organización a cada cuartel.
El viento sopla y hace frío mientras el sol se oculta, mostrando sus últimos colores. El festival ha terminado y despiden la celebración con un plato típico: el «peruanito», una mezcla de patasca con un guiso colorado.
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