La corriente eléctrica que circula por los cables de alta tensión es como un río de electrones que fluye a alta velocidad y siempre por el camino más sencillo, ‘prefiriendo’ materiales conductores que opongan poca resistencia.
Dado que el cable es un buen conductor, la electricidad puede recorrer grandes distancias –desde una central eléctrica hasta nuestro hogar- en muy poco tiempo.
Si el camino se rompe los electrones buscarán una alternativa, por ejemplo, si el cable es cortado con unas tijeras metálicas el flujo eléctrico no podrá recorrer el camino habitual y pasará hacia las tijeras, desde ellas a la persona que las sostiene, para finalmente llegar a tierra.
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Otro dato que hay que tener presente es que cuando se unen dos elementos con voltajes diferentes las fuerzas tienden a igualarse, discurriendo el flujo de electrones a través de cualquier elemento que sea mínimamente conductor.
Somos malos conductores
La corriente que pasa a través de una persona sujetando un cable con las dos manos tiene tres componentes: la corriente capacitativa (se asume que el ser humano tiene una capacitancia efectiva), la resistiva (la resistencia eléctrica del cable) y la debida al cambio de fase entre los dos puntos de apoyo.
Se calcula que para un cable de muy alta tensión (500 Kv), que es el que une las centrales eléctricas y las centrales de distribución, la corriente capacitativa es de unos 9 mA, la resistiva de 0,02 y la debida al cambio de fase de 0,5 mA. Por lo tanto, la corriente total es de unos 9,5 mA.
La electrocución o traumatismo eléctrico es el daño que se produce cuando un organismo entra a formar parte de una corriente eléctrica. Se calcula que la corriente sobre un hombre que toca un cable de muy alta tensión con ambas manos puede ser de unos 7 mA, una cifra que le produce una sensación desagradable pero que puede ser soportada. Cuando se eleva hasta los 16 mA el ser humano se ve obligado a soltar el cable y si supera los 30 mA se produce el fallecimiento por fibrilación ventricular.
Si alguien toca un cable de alta tensión y ofrece un camino hasta otro cable, o hasta el suelo, la descarga será enorme, y como no somos buenos conductores de electricidad, se producirá un aumento de temperatura que carbonizará a la persona.
Y con los pájaros… ¿lo mismo?
Los pájaros son, generalmente, animales de poca envergadura, de forma que cuando se posan en los cables de alta tensión existen pocas posibilidades de tocar simultáneamente tierra o el otro cable. Lo habitual es que estén posados con sus patas en un solo cable.
Cuando esto sucede la electricidad tiene dos opciones, fluir a través del cobre, haciendo caso omiso al animal, o bien a través de su cuerpo, de una pata a otra. Debido a que el animal no es buen conductor, la electricidad «no gana nada» fluyendo a través de las patas, es decir, no conseguiría recorrer el cable de una forma más rápida.
La situación cambiaría si el pájaro pudiese tocar los dos cables al mismo tiempo, bien porque se apoya con ambas patas o bien porque toca el otro cable con una parte de su cuerpo, por ejemplo, un ala. En tal caso la diferencia de potencial si convertiría al pájaro en una buena opción y sería atravesado por el flujo de electrones.
En conclusión, las aves de gran tamaño son las más vulnerables a la electrocución, ya que pueden alcanzar los dos cables con diferentes partes de su cuerpo, bien al abrir sus alas para alzar el vuelo o para apoyarse en el tendido eléctrico.
¿Por qué los pájaros no se electrocutan con los cables de alta tensión?