A orillas del Lago Titicaca, la construcción del hospital Rafael Ortiz Ravines de Juli se ha convertido en el centro de un desbalance financiero que vincula al gobernador Richard Hancco con el representante del Consorcio hospitalario Juli de Armando Lezano, que construye el hospital.
Mientras la obra presenta un avance físico de apenas 3.64% -valorizado en S/ 9.2 millones-, los desembolsos autorizados por Hancco ascienden a S/ 56.6 millones, revelando una diferencia de S/ 47.4 millones que tiene en alerta a la provincia de Chucuito.
La matemática no perdona: por cada ladrillo puesto, han salido de las arcas públicas cinco veces su valor. El Consorcio Hospitalario Juli, que tiene como su representante a Armando Manuel Lezano Carreon, sigue cobrando millonarias sumas por una obra que avanza a paso de tortuga y cuya fecha de entrega se proyecta recién para junio del 2027. La pregunta se hace sola: ¿Y el dinero? Esa es la pregunta que repite el kusillo en Juli. ¿En qué bolsillo se acomodaron esos 47 millones?
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El kusillo se imagina a Armando Lezano Carreón, el representante del consorcio, subiendo cada martes al cerro de San Bartolomé. No para rezar, no. Para encender su cigarro y, entre humo y rezos ch’amaqueros, embrujar al gobernador Richard Hancco. Hechizo de los buenos, debe ser: el que hace que a una firma suelte millones tras millones por una obra que no avanza.
Mientras tanto, abajo, en la provincia de Chucuito, la gente se atiende en postas que se caen a pedazos, mirando cómo el humo del cerro—y del presupuesto—se lo lleva el señor Lezano.
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