Pese a ser un pedido unánime de las organizaciones sociales del sur del país, Dina Boluarte no dijo nada del gasoducto sur ni de la planta de fraccionamiento para Cusco en su mensaje presidencial.
En su último mensaje a la nación, Dina Boluarte no mencionó ni una sola vez los proyectos para traer el gas de Camisea a la región imperial. Además, no leyó la parte del discurso que hablaba de las obras del aeropuerto de Chinchero, pero ninguna medida concreta. Una vez más la presidenta muestra que gobierna de espaldas al sur. Esta más preocupada en sobrevivir políticamente.
La presidenta Dina Boluarte no mencionó ni anunció, en su último mensaje a la nación, ninguna propuesta o medida para que el gas de Camisea llegue al Cusco, tampoco acciones concretas para la conclusión del aeropuerto internacional de Chinchero y otras obras que espera esta región.
Boluarte no habló ni una sola vez del gasoducto para el sur, ni de la planta de fraccionamiento de Kepashiato, ni de la central térmica en Quillabamba, ni del gasoducto virtual. No leyó la parte del discurso en que mencionaba el aeropuerto de Chinchero: “Se culminará la ejecución de la torre de control y cerco perimétrico del aeropuerto”, decía el texto.
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Esa ausencia se puede explicar porque la presidenta solo piensa en seguir sobreviviendo este último año y no le importa, o no mucho, hacer obras en aquellas regiones donde es rechazada desde que asumió el cargo en diciembre de 2022.
Durante su largo y tedioso discurso, Boluarte solo nombró al Cusco para hablar de obras que no tienen ninguna o poca importancia. Señaló que se garantiza la construcción del teleférico a Choquequirao mediante asociación público-privada, proyectos de agua potable en seis distritos cusqueños y carreteras en pequeñas localidades. Dijo que pronto entrará en producción el lote 58 de gas natural y que culminará el Hospital Antonio Lorena y algunas escuelas.
Las obras postergadas
Tres veces en diecisiete años se desechó la construcción del gasoducto al sur y, con ello, la posibilidad de que el gas llegue a los hogares, los negocios y las fábricas del sur. Ni Alejandro Toledo, ni Alan García, ni Ollanta Humala, ni Pedro Pablo Kuczynski, ni Pedro Castillo, ni Dina Boluarte lograron hacer la obra. O lo que es lo mismo: no quisieron hacerlo. Hace unos meses, Boluarte encargó a Proinversión los estudios para hacer uno nuevo, pero desde entonces no ha habido avances que hagan pensar que realmente quieren concretar la obra.
El nuevo Aeropuerto Internacional de Chinchero, en Cusco, tiene apenas el 33 % de avance físico. La obra, a cargo del Consorcio Natividad, no muestra cambios significativos en su infraestructura desde el año pasado. El Ministerio de Transportes y Comunicaciones tuvo que llegar a un acuerdo con el consorcio para resolver el contrato. Desde entonces no hay avances para contratar a las nuevas empresas que tendrán que hacerse cargo de los dos componentes faltantes: la torre de control y la pista de despegue y aterrizaje.
En la región Cusco, como en gran parte del sur, el rechazo al gobierno de Dina Boluarte es casi total. La presidenta ha evitado visitar esta región para evitar abucheos y protestas. La población no olvida las muertes de diciembre de 2022 y enero de 2023, cuando la represión dejó varios fallecidos durante las marchas contra su gobierno.
Tampoco olvida el abandono de proyectos emblemáticos como el gasoducto, el aeropuerto de Chinchero y el Hospital Antonio Lorena, promesas repetidas por décadas que siguen inconclusas. Para muchos, Boluarte gobierna de espaldas a la región, aliada con un Congreso igual de impopular y ajena a las necesidades del país.