La filigrana ayacuchana, uno de los oficios más finos y tradicionales del arte local, enfrenta un serio riesgo de desaparecer. Vasco Flores, artesano y quinta generación de su familia dedicada a este oficio, aseguró que actualmente es el último filigranista activo en la región Ayacucho y que la ausencia de formación, investigación y promoción cultural ha llevado este arte al borde de la extinción.
Durante la entrevista, Flores explicó que, pese a ser ingeniero agrónomo, decidió dedicarse por completo a la filigrana para evitar que esta técnica heredada desde la época colonial se pierda. Señaló que muchos joyeros actuales han aprendido el trabajo básico del metal, pero no dominan el tejido fino, la simbología ni la tradición cultural que distinguen a la verdadera filigrana.
El artesano recordó que Ayacucho llegó a tener más de 100 líneas artesanales, pero hoy sobreviven apenas una docena. Atribuye esta caída al egoísmo de antiguos maestros que evitaron compartir su conocimiento y a la falta de espacios formativos que permitan enseñar adecuadamente el oficio.
-
Recomendados:
- Colegio de Arquitectos plantea correcciones técnicas en obra del Centro Histórico de Piura
- Evaluación de quechua en Ayacucho evidencia avances pero no garantiza educación intercultural
- Filigrana ayacuchana en riesgo: último maestro denuncia falta de escuelas y desinterés cultural
También cuestionó que escuelas de arte locales se hayan alejado de su propósito original, indicando que ya no forman artistas ni preservan técnicas tradicionales. “Sin escuelas no hacemos nada”, afirmó, tras insistir en que no existe promoción cultural ni apoyo institucional que impulse a nuevos talentos.
Flores advirtió que, si no se implementan programas formativos y políticas públicas que recuperen la enseñanza del arte tradicional, la filigrana podría desaparecer definitivamente, convirtiéndose en otra línea artesanal perdida.
El maestro pidió que se revalore la artesanía como parte esencial de la identidad regional y que se generen espacios para la investigación y transmisión del conocimiento. “La filigrana es cultura, es tradición, es historia viva”, culminó.
Lea la nota original aquí o visita el medio Diario Jornada


